El volver

La familia, los amigos y amigas, los lugares que nos significan algo hacen que uno tenga ganas de volver.

El confort de tu casa, tu cuarto, tu carro, hace que pienses que volver no es tan malo.

Pero luego, cuando ya estás con la gente que quieres y en los lugares que tu consideras confortables, te das cuenta que no hacían falta como pensabas.

En mi caso, sigo usando la misma ropa de cuando viajé y tengo full ropa que la verdad ya no siento que necesito. Los lugares que sentía mios ya no los siento así.

Siento que necesito de las incomodidades y del saber que solo estaba viajando. No tenía idea del día o de la hora, apenas sabía del lugar en el que estaba y eso me hacía feliz. Los amigos que hice en el camino fueron parte de mi y de mis historias diarias.

Ahora mi mente está tan confundida de lo que quiero y de lo que quieren los demás de mi.

La felicidad la sentí afuera. Me sentía completa y llena de energía y de vida. Ahora la verdad es que no se que hacer. La realidad me chocó. Esas ganas de no parar y de seguir viajando se han apoderado de mi mente pero el hacer lo socialmente correcto también me lleva a una profunda confusión.

Que hacer y que no hacer. El quedarme y estabilizarme en un trabajo, el saber que día es hoy y hacer la rutina diaria, no se si es lo mío.

Las cosas simples de la vida me llenaron por completo. Dejé lo material atrás y me sentí bien. Aprender otro idioma también fue especial. Rodearme de todo tipo de personas fue algo mágico.

Ahora la magia se fue y la realidad llegó. Puede que haga de la realidad algo mágica. Puede que necesite un empujón para realizar algo especial.

No puedo quedarme estática pero aun no se las respuestas. Cada vez llegan más preguntas a mi cabeza pero todavía no puedo contestarlas.

Será un síndrome del viajero?

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Chulla vida
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